Queridos todos:
Es tiempo de
despedidas, es cierto.
Decir adiós,
cuando el tiempo compartido es pleno, no es nada fácil. Cuesta cerrar una
puerta que siempre ha estado abierta durante 42 años. ¡Dios mío, 42 años! Por
mucho que disfracemos de júbilo este periodo que en breve se me abre, es eso,
un disfraz. Un consuelo. ¡Que no es poco!
Agradezco a Dios
el haberme regalado, no un trabajo, una pasión. Por eso se me hace muy
cuesta arriba cerrar esta puerta.
Llegué a Santa
María sin haber cumplido los veintidós años, como vosotros, antiguos alumnos,
como mis chicos de cada año, llena de miedos y de ilusiones; de inseguridades y
de preguntas. Como vosotros, alumnos y padres, con el propósito de hacer bien
la tarea encomendada.
Fui acogida por
todos, compañeros, dirección, alumnos, familias. Todos vosotros, los de
entonces y los de ahora, me enseñasteis cada día un reto, un vencer mis
debilidades y me disteis cada día un premio, el de una sonrisa, el de una
palabra, un gesto, un abrazo...
No recuerdo si
hubo momentos difíciles porque siempre tuve una mano por parte de todos los que
formaron y formáis esta Gran Familia que me facilitó la tarea.
He tenido la gran
suerte de disfrutar de vosotros y de vuestros hijos cada día, cada hora; de
entrar todos los días cantando, sí, cantando. Feliz en un trabajo que no ha
sido trabajo sino premio.
Los que no os
dedicáis a esta bendita tarea no podéis llegar a entenderme a no ser desde
el punto de vista de padres.
Por eso, aunque
sea muy bonito ese descanso que dicen que es merecido -tengo mis dudas- no
puede ser tan bonito como el pertenecer a esta Familia.
Anoche, María,
nuestra presidenta, agradecía el trabajo y yo agradezco el agradecimiento en
vuestro nombre pero dejadme que sea yo la agradecida a esta Obra, a la Familia
Marianista, por haberme dado la oportunidad de ser feliz. A vosotros, padres,
por vuestra confianza en mi trabajo, a mis compañeros, por su cariño; a
mis directores por su ánimo, pero sobre todo, a mis alumnos los que me habéis
recibido y querido porque en todo momento me he sentido así, querida,
comprendida y valorada.
Os animo
a que, - "del viejo el consejo"-: Sigáis confiando en
esta Obra y entregando, además de lo mejor de vosotros mismos, lo
mejor que tenéis: la formación de vuestros hijos.
Solo me queda
agradeceros a todos y cada uno la comprensión y el cariño que he
recibido.
Gracias, gracias,
gracias.
Con todo ni
cariño.
Marisa
Rguez.-Monge y Rocha.
04/09/1977 a
09/09/2019.